Río de Janeiro: Luz verde para los militares
Para el presidente Michel Temer el delito se expande en Rio de Janeiro como una metástasis por lo que hay que tomar medidas extremas, por esta razón estableció un decreto para la intervención del ejército en la lucha contra las bandas organizadas del narcotráfico, una medida inédita por sus características desde el año 1985 cuando se reinstauró la democracia.
El decreto fue respaldado por el congreso al ser ratificado en la cámara de diputados y en el senado. El militar encargado de la intervención en Río, hizo pública una de las medidas más polémicas hasta el momento, al anunciar que el ejército buscará la autorización para emitir mandatos de arrestos colectivos para buscar un sospechoso, lo que extendería los allanamientos a toda una calle o todo un barrio y no sólo a un domicilio. Esta medida generó críticas de la oposición e incluso de algunos miembros de la corte suprema, quienes afirmaron tener “serias dudas” sobre la capacidad del decreto de Temer para resolver la corrupción enquistada en la policía o de frenar la guerra entre bandas.
Todas las fuerzas policiales pasaron bajo las órdenes del interventor, el general Walter Souza Braga Netto, subordinado directamente a Temer y no a las autoridades de Río.
Patrullas militares
En su primera operación desde la publicación del decreto, los militares se desplegaron en las fronteras del estado de Río y en varias regiones del área metropolitana.
Unos 3.000 efectivos de las tres armas (Tierra, Aire y mar) participan del operativo aparte de miembros de varios cuerpos policiales.
Estos controles se realizan aún bajo el Plan Nacional de Seguridad Pública, que en julio de 2017 determinó la movilización de 8.500 militares para ayudar a la policía de uno de los estados más importantes del país.
El decreto presidencial del viernes no prevé en principio el envío de más militares, pero sí que estos asuman el mando de todas las tareas de seguridad, que según la Constitución de 1988 pertenecen a la órbita de cada Estado brasileño. A la inseguridad se suma una crisis económica que llevó al pago de los sueldos con meses de atrasos de sus funcionarios entre ellos los policías.
Datos:
Solo en 2017 hubo más de 18 homicidios intencionales por día en ese estado, según el oficial Instituto de Seguridad Pública (ISP).
Los tiroteos entre traficantes y agentes se volvieron constantes en las empobrecidas favelas cariocas, con muertos por balas perdidas aumentando cotidianamente.
– Carnaval violento –
El desencadenante de la intervención de Rio fueron los desbordes del reciente carnaval, durante el cual se multiplicaron los asaltos a mano armada.
El propio gobernador de Río, Luiz Fernando Pezao, admitió que las cosas se le habían ido de las manos. «No estábamos preparados», afirmó ante los periodistas.
El gobierno federal envió en julio pasado 8.500 militares para apoyar a las fuerzas policiales, sin resultados visibles hasta ahora para contener la guerra entre bandas, el robo de camiones de carga o los «arrastrones» cometidos por decenas de jóvenes contra grupos de personas en las playas o en cualquier punto de la ciudad.
Las fuerzas armadas fueron llamadas desde el fin del régimen militar (1964-85) a asumir el control de la seguridad en diferentes situaciones específicas, como grandes acontecimientos internacionales o deportivos, pero nunca por un periodo tan prolongado.
Esas misiones fueron en muchos casos criticadas por expertos militares, que alegaban que el ejército estaba preparado para hacer la guerra contra un enemigo, pero no para restaurar el orden en áreas urbanas.
Para Arthur Trindade, profesor de la Universidad de Brasilia y exsecretario de seguridad del Distrito Federal, la intervención puede ser una buena oportunidad para «sanear» la corrupción enquistada en los cuerpos policiales.
En los últimos años, las diferentes intervenciones militares no lograron terminar con el poder de las bandas armadas que incluso fueron comandadas por sus jefes desde la cárcel. Por estos días la prensa brasileña se hace eco de los rumores que señalan la posibilidad de un intento de reelección del actual presidente Temer, uno de los mandatarios más impopulares de los últimos años. El éxito de esta intervención militar podría convertirse para algunos analistas locales en una plataforma electoral para Temer, el tiempo dirá como caen las fichas de la política y la justicia, por estos tiempos íntimamente ligados para saber quiénes podrán competir por la presidencia.